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16 enero, 2021

 

Yo, también torcí el cordón.  Año 1979




El año1979 fue mi año del cordón y el de mis amigos y amigas. Después de casi una década, en la que solo lo bailaban mujeres, San Antón volvía a contar con parejas formadas por chicos y chicas.  

Fue una experiencia inolvidable, no solo por lo que significa el hecho en sí de torcer el cordón en honor del Santo Patrón, sino por todo lo que conlleva los preparativos de la fiesta. Para empezar teníamos que buscar la ropa, porque por aquella fecha, poca gente tenía los trajes de labradores; -ya tengo el refajo y la mantilla, me la ha dejado la señora Juana; pues yo tengo ya el chaleco, pero me han dejado unos pantalones  que eran del ajuar del vecino y me están cortos- Así nos pasábamos los días antes hasta que conseguíamos reunir todo el traje. Las chicas lo tenían más difícil porque su atuendo consta de más prendas y, además, decidieron lucir el pañuelo de tres cenefas que era más difícil encontrar que el de cien colores. Después venían los ensayos en la sacristía de Santa María. ¡Qué paciencia tuvieron con nosotros las Paulas!  Se echaban las manos a la cabeza y decían que llegaba el día y no acabábamos de hacerlo bien, pero no era por falta de aptitud, sino porque todo el rato estábamos de bromas y risas. Los día antes de la fiesta había que hacer las cadenetas y demás adornos, para vestir el tractor que como todos los años trasladaba el cordón y sus danzadores desde Santa María hasta la Ermita. 
Y llegó el día grande de San Antón. Te levantas por la mañana y  empieza a sentir un pequeño hormigueo en el estomago que va creciendo a medida que se va acercando el momento del acto más importante y simbólico de la fiesta: el torcido del cordón en honor del Santo, en la explanada de su ermita, delante de su imagen y de todos los broceños y broceñas allí reunidos. 
Los aplausos y los Viva a San Antón, después del destorcido, nos relajan los nervios y las risas en nuestra caras reflejan la satisfacción de haber cumplido un año más con el rito y la tradición.
Luego, según la costumbre nos trasladamos hasta el Asilo de Ancianos para torcer el cordón delante de los mayores residentes en dicha institución.
A continuación un recorrido de vinos y cañas por la calle Lisa nos entretiene hasta la hora de las coles y el bobo, para terminar el día volviendo por la tarde a San Antón para disfrutar, ya sin los nervios de la mañana, del baile.
  




Dos amigos que torcieron el cordón este año, desgraciadamente, ya no están entre nosotros Pepe García Vicente y Ana María Caldito Rosado a los que recordamos con especial cariño.


TORCIERON EL CORDON:
























































































































2 comentarios:

  1. Bonito reportaje de ese día y bonito día pasamos todos juntos.
    Un beso allá donde estéis Pepe y Ana .
    Que recuerdos más bonitos ....

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