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15 enero, 2025

 Las distintas imágenes en la iconografía de San Antonio Abad.



San Antón ocupa un puesto indiscutible y relevante en la tradición  del pueblo cristiano español, que todos los 17 de enero inicia el año con romerías y festejos en su honor, organizados en ciudades y pueblos por cofradías y hermandades.

A lo largo del tiempo, en mis viajes vacacionales, he ido fotografiando todas las imágenes de San Antón que se me han puesto a tiro (de cámara) y en este artículo os muestro una pequeña colección de imágenes recogidas por distintas zonas del territorio nacional.


Fueron numerosos los gremios y cofradías que encargaron a lo largo de la Edad Media y, fundamentalmente, a partir de los siglos XIII y XIV, retablos con sus correspondientes pinturas o imágenes, dedicados a San Antonio Abad, al que veneraban como patrón.

La imagen del santo es fácilmente reconocible cuando entras en una ermita, iglesia o catedral. San Antonio Abad es representado como un anciano de  larga barba (por eso dice el refrán: "si sale con barba San Antón y si no la Purísima Concepción) y cabellos blancos; vestido con un hábito de monje o sayal con capucha. Sus atributos más  habituales son el  bastón rematado con forma de tau o cruz potenzada, el libro, el rosario, la campanita y el fuego de San Antón, pero sobre todo, se identifica rápidamente por la figura del cerdo que se encuentra a sus pies.



En Brozas, caso bastante insólito, existen dos San Antones: San Antón el Viejo, tallado en 1715 en madera policromada y San Antón el Nuevo realizado en escayola en la década de los años 40 del siglo pasado. 

Dos imágenes para un pueblo: San Antón el Viejo y San Antón el Nuevo. Brozas (Cáceres)


La imagen que se encuentra en la iglesia de San Antón de Bilbao, tiene a sus pies las llamas que simbolizan una de las mas terribles enfermedades que atendieron los miembros de la Orden de los Antonianos y que se conoció como "El Fuego de San Antón"


 Iglesia de San Antón. Bilbao.



Iglesia de San Juan Bautista. Cáceres


En el retablo de la capilla de la Anunciación de Burgos, la imagen  está vestida con una túnica y manto muy elegantes que se alejan de la humildad y la forma de vestir propia del Santo.  

Capilla de la Anunciación o de San Antonio Abad. Catedral de Burgos




Iglesia de San Antón. Granada



Basílica de Nuestra Señora. Lequeitio (Vizcaya). Destaca su abundante cabellera.


                                                      Iglesia de San José. Cazorla (Jaén)



 Capilla de San Antón. Pedro del Valle, 1706. Catedral de Segovia.



Iglesia de Santa Eufemia. Bermeo (Vizcaya)


En la iglesia de San Pedro de la capital alavesa la talla presenta un rico dorado y policromado. Le falta la mano derecha donde posiblemente llevaba el báculo.


Siglo XVI . Iglesia de San Pedro. Vitoria-Gasteiz


                                                           Catedral de Bilbao



En Pinell del Brai, provincia de Tarragona, me sorprendió la talla de San Antón por ser muy parecida a la del San Antón Nuevo de Brozas. Seguramente se tallaron en la misma fábrica gerundense.



 Iglesia de San Lorenzo. Pinell del Brai (Tarrragona)



                     Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Sallent de Gallego (Huesca)




Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo. Altea (Alicante)


            

 Iglesia de Santa María la Real y Antigua de Gamonal. Burgos
                                    

Además de la imaginería, San Antón ha sido fuente de inspiración de numerosos y afamados artistas que plasmaron en sus lienzos y tablas los pasajes de su vida ermitaña, destacando las tentaciones que le atormentaron en el desierto. A continuación os muestro algunas de estas obras, cuyas fotos y textos los he sacado de publicaciones en internet.


                San Antonio Abad, pintura de Francisco de Zurbarán, fechada en 1640.

La obra representa a San Antonio Abad, figura prominente en la historia cristiana, de pie en un paisaje. Es un anciano con larga barba y cabello blancos, vestido con una túnica de monje. Su túnica es principalmente marrón, con una prenda interior de color más claro visible en las mangas y el dobladillo. Sostiene un sencillo bastón de madera, y su mano izquierda está extendida en un gesto que podría interpretarse como una bendición o una súplica. El fondo es tenue, mostrando una sugerencia de paisaje con un árbol a la izquierda y un cielo brumoso. El tono general es sombrío y contemplativo. La pintura se encuentra en la Galería de los Uffizi y mide 1,62 metros de ancho y 1,2 metros de alto.


San Antonio Abad. Luis Tristán. Siglo XVII. Óleo sobre lienzo 167 x 111 cm. Museo Nacional del Prado. Madrid
Se le representa sentado junto a un árbol, con un libro abierto sobre sus rodillas, la mano derecha en el pecho y la cabeza alzada con expresión devocional. sobre una roca, los atributos del santo: una calavera, libros y una campanilla.



            San Antonio Abad en un paisaje.  Fray Juan Bautista Maíno.1612-1614.
               Óleo sobre tabla,  61 x 155 cm. Museo Nacional del Prado. Madrid.



San Antonio Abad. Joan Reixach, 1450-1460. Temple sobre tabla 91 x 64 cm.
MuseoNacional del Prado. Madrid. 
Representado como un anciano de cabellos y barba grises, san Antonio lleva la túnica blanca, el escapulario azulado y el manto parduzco con capucha de los antonianos en cuyo hombro está bordada la tau en azul que le identifica. Además de este atributo, el autor incluye en la composición otros elementos que permiten reconocer al santo: el libro de la regla de la orden de los antonianos y la campana para ahuyentar a los demonios en la mano derecha, el bordón -casi un báculo- en la mano izquierda, el cerdo alusivo al demonio y las tentaciones de la carne tras él, y, a sus pies, las llamas que brotan del suelo, conocidas como "fuego de san Antón", relativas a la enfermedad que los miembros de la orden se dedicaban a curar (Texto extractado de Silva, P.: Donación Várez Fisa).


San Antonio Abad.  Témpera sobre tabla (ca 1460).Atribuidas al hijo de Juan Sánchez. Museo Catedralicio de Burgos.


     San Antonio Abad y San Pablo, primer ermitaño. Diego Rodrigo de Silva y Velazquez,           hacia 1634. Óleo sobre lienzo. 261 x 192.5 cm. Museo Nacional Del Prado. Madrid.
El asunto está tomado de La leyenda dorada de Jacobo de la Vorágine (siglo XIII), donde se narra el viaje de san Antonio Abad para visitar a san Pablo, el primer ermitaño cristiano (siglo IV), en el desierto de Egipto. San Antonio, a quien Velázquez presenta vistiendo el hábito marrón con capa negra de los hospitalarios de San Antonio, aparece cinco veces en el cuadro: a lo lejos se le ve preguntando el camino a un centauro y también en conversación con un sátiro. Por una oquedad de la peña, que recuerda la gran formación rocosa del Paisaje con San Jerónimo de Patinir (ya entonces en la colección real y ahora en el Prado), le vemos llamar a la puerta del santo anacoreta. En el primer término conversan los dos, y Antonio manifiesta su sorpresa a la visita del cuervo que cada día trae a san Pablo su ración de pan. El último episodio de la historia se muestra a la izquierda, donde Antonio ha vuelto al enterarse de la muerte de Pablo y encuentra a dos leones cavándole la tumba.

Las Tentaciones de San Antonio Abad. El Bosco, 1510-1515. Óleo sobre tabla 73 x 52.5 cm.
De forma totalmente original y única entre las versiones que dio del santo, el pintor le muestra absorto, sumido en sus pensamientos en la soledad de la naturaleza, encarnada en ese tronco de árbol hueco que le cobija y que está magistralmente traducido. Ni siquiera sostiene un libro en las manos; lo tiene cerrado, colgado de su cinturón. Nada parece alejarle de esa concentración interior, y lo mismo puede decirse de su atributo, el cerdo con la campanilla en la oreja que descansa a sus pies, ajeno al ataque del diablo que está a punto de golpearlo.  (Texto extractado de Silva, P.: El Bosco, La Exposición del V Centenario. Museo Nacional del Prado, 2016, pp. 251-257).
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       Las Tentaciones de San Antonio Abad. Anónimo aragonés. Tres cuarto del siglo XV.                                                           Temple  sobre tabla 76 x 81.5 cm. 
La escena representa la segunda visita que los diablos hicieron a San Antonio Abad en su retiro del desierto. En esta ocasión el Santo se halla rodeado de varios animales con formas monstruosas, semejantes a erizos, unicornios, etc., que le atacan a dentelladas o dándole zarpazos, e incluso golpeándole con palos hasta dejarlo cruelmente lacerado.

Para finalizar unas surrealistas Tentaciones de San Antón del genio de Figueras.

        Las Tentaciones de San Antonio Abad. Salvador Dalí, 1946. Óleo 90 x 119,5 cm.
                                  Museo de Bellas Artes, Bruselas. Bélgica.
En un desierto daliniano, el santo desnudo se arrodilla y se protege con una cruz ante el desfile de tentaciones que vienen a él: un caballo, los típicos elefantes con patas de araña de Dalí, los obeliscos inspirado en Bernini, mujeres desnudas, castillos, una tormenta... todo representaciones de los placeres terrenales que San Antonio se está perdiendo en su vida de ermita. (Texto extractado de Miguel Calvo Santos).














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